Paisaje desde el autobús

Sobre el campo, un árbol es aun más árbol,
ya que solamente en libertad la vida es vida.
En moción, el panorama estático
parece resentir nuestra inocente huida.

El paisaje sangra la llanura hidrópica
con una flema de cirujano ochocentista;
montes mutilados sudan tierra de colores
y en sus llagas calcáreas dormita el sapo.

Hay un aria de columpio en cada pino.
Hay un sismo revertido en cada acequia.
Hay un humo de mitote en las arengas del viento
Hay incienso en los pies del peregrino.
Hay incienso, hay destierro, pero no hay camino.

Cierto titanismo seductor de los montes,
sometidos como si quisieran alzarse
llevándonos a todos en sus faldas.

Hay una fatiga de siglos;
una inquietud no pavimentada,
un celo de roca,
un afán de ser montaña cuando sólo se es monte…

Por eso siento que los montes se levantarán de noche;
mientras que a nosotros nos parecen corvos,
como si quisieran hacerlo, de día.

Por eso siento que se levantarán de noche;
para dar su mano, acongojados,
con la especial pena de los montes,
a la cordillera blanca de las nubes.


Estuardo H. Rendón
INVITADO FFyL, UNAM

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