Canto al son del sol

Canto al son del sol que canta sus memorias.
De luz rayada es la canción de sangre roja,
como gota tintineante de la roca.
El tambor del tiempo esconde,
golpe tras golpe el martilleo
de voces apagadas desde entonces,
sólo liberado ante el maguey,
la tuna o el ocote.
Sacrificios robados a los dioses
por dioses menores del oriente,
llegados al mal llamado poniente
pues aquí el sol no se pone,
se queda refulgente en piedra
y en los ojos negros de obsidiana
que nos dio la tierra para ver de cerca,
para ver de frente la región más grande y transparente.
¿Quién descargo hacia nuestro sol tan fiera furia,
sobre nuestro fuego primordial mezquinas aguas?
¿Fue el sentido Quetzalcóatl desterrado
y malherido que volvió por su venganza
a tiempo diciendo “yo no olvido”?
Alguien movió el cielo del pájaro
que vuelve hasta su nido,
el viento perfumado en halos
de rara peste se ha trocado
y la serpiente escamada no encuentra su camino.
Pero sigue vivo,
el sol con sus rayos
y el tambor con su quejido.
Las voces de los muertos no se apagan ni descansa el canto de los vivos.
El arado sigue demarcando los caminos
de donde mañana el surco explotará contra los silos.
Las voces y los gritos no se callan,
se repiten, como se repite nuestro gran latido.
Descarga tu ira bajo el cielo despejado,
en el mar lluvioso o en el monte ya nublado,
que nosotros resistimos, que nosotros no nos vamos.


Antonio Noel
INVITADO UNAM

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