Por un instante

Fueron las piedras de río labradas en plata, oro y bronce
bajo tus susurros que a mi oído impávido leías.
Recostada sobre las palabras que acariciaban mis cabellos,
mi piel almendra, brazos, piernas, cuello y mejillas.
Mis oídos hipnotizados bajo el canto armonioso de tus labios
continuaron respirando lentamente tus latidos.

La plata, el oro y el bronce quedaron asentados a la espera eterna
de la corriente que cómplice de ehecatl se fueron fugitivos.
Así pasaron los días,
y nosotros continuamos cuesta arriba sin saber la demora
del tiempo por nuestro sendero.
Así pasaron los días,
y nosotros continuamos cuesta arriba donde la neblina esperaba abatida.

Qué tan lejos estaba de mis montes, mis cerros,
surcos de mi pueblo y del viento que vence el tiempo, la bruma y la neblina.
Nos adentramos en la espuma de los bosques,
donde las aves teñidas de noche nos devolvieron las manecillas.

Un reloj marca las horas y unas fotos de papel inexistente
la infinita espera consumida por un instante.

Alejandra Sága
2012

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