EL BULTO BLANCO
Tengo un nudo
en la garganta pues es la hora de verte partir,
hay muchas
flores y aromas alrededor de tu caja,
de tu féretro,
de la cama que te ve dormir.
Antes de
verte dentro he tomado tu mano,
la he
palpado, la he acariciado,
gélida alrededor
de mi mejilla
y en mi
frente que aún espera me des la bendición de despedida.
Llega la
gente y me abraza,
consuelan en
mí tu ausencia,
lloran
pidiendo por tu alma,
después se
alejan y una veladora dejan
para que te
acompañe en tu peregrinar.
Me pregunto
si antes de dejar tu cuerpo
pensaste en lo
mucho que me extrañarías
o en lo mucho que yo te pensaría
cuando tu
ausencia pesara al transcurrir de las horas.
Mamá ha
decidido no llevar música en tu última morada,
pero mis
hermanos han decidido que sí.
Ya caminamos
rumbo al campo de tlachiqueros caídos,
de campesino,
de profesores, donde no hay diferencia
más que el
lugar con quien te toca compartir.
Entonces,
brotan las lágrimas como golondrinas
en parvada, pero
no lloro porque haz partido,
lloro porque
nunca pudimos traspasar la barrera
de la
indiferencia, de la soberbia y del tiempo.
Por eso
lloro a borbotones,
me duele lo
que en vida nunca pudimos vivir,
la ausencia
se ha acabado,
ya no eres
fantasma vivo
ni yo bulto
blanco que ocupe un espacio en tu casa,
por eso
lloro a borbotones,
me duele lo que en vida nunca pudimos vivir.
La Coruña 2013
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