Ámbar


Me gusta pensar que el ámbar sobre mi pecho
es una lágrima detenida,
dulce y sonrosada como el durazno
del huerto donde se guardan las frases sabias,
imágenes manchadas de tinta.

Me gusta pensar que el ámbar sobre mi pecho
es reflejo del sol que a cande tus manos tibias,
transformadas en halo de palabras,
evaporadas por la mecha de tu acequia.

Me gusta pensar que es la obsidiana perdida
de tus labios, gajos de manzanas prohibida,
obsidiana que bifurca con malabares,
la hechicería de tu poesía.

Una lágrima que recorre obnubilada,
el latido danzante de tu antífona voz peregrina,
descansa sobre mi pecho y se beatifica.

Alejandra Sága 2012

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